Martes
26 De Enero del 2016
Los
reguladores de la Unión Europea propondrán el miércoles una revisión de las
normas de autorización de nuevos modelos de vehículos para evitar que se repita
el escándalo de emisiones de Volkswagen, iniciando un polémico debate mientras
los gobiernos y la industria se resisten a los cambios.
Un
borrador de la propuesta de la Comisión Europea, vista el martes por Reuters,
permitiría a la UE supervisar los organismos nacionales que ahora son
responsables de la aprobación de nuevos modelos y también le otorgaría nuevos
poderes para imponer multas.
Además,
permitirá a los países de la UE retirar autos autorizados por otras naciones
del bloque si se descubre que incumplen la regulación medioambiental.
La
legislación es la respuesta de la UE a la revelación en septiembre del año
pasado de que Volkswagen usó un software para tratar de engañar a los
reguladores en Estados Unidos.
El
texto busca reformar las actuales reglas para la autorización de los organismos
nacionales y poder revocar las licencias, aunque puedan venderse a lo largo del
bloque.
De
momento nunca se han aplicado castigos en la Unión Europea en lo que los
críticos ven como una señal de colusión.
"Tras
el estallido de este escándalo, se han hecho llamamientos a la Comisión para
que refuerce el sistema de aprobaciones, en particular asegurando mecanismos
adecuados de supervisión", dijo la Comisión en el borrador.
"Las
divergencias sustanciales en la interpretación y aplicación de las normas
conllevan el riesgo de minar la efectividad del sistema y por ello de los
principales objetivos de asegurar la seguridad y la salud de los ciudadanos y
la protección del medio ambiente".
Cualquier
esfuerzo para aumentar el área de acción del Ejecutivo de la UE probablemente
afronte una dura resistencia, especialmente desde países euroescépticos como
Reino Unido.
Alemania
ha intervenido repetidamente en el proceso legislativo de la UE para lograr
concesiones para una industria de vehículos que considera vital para su
economía.
Las
nuevas propuestas no llegan a crear un regulador independiente para la UE, en
línea con la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos que
descubrió el escándalo de Volkswagen.
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